Práctica en clase de INFORMÁTICA PARA LA ADMINISTRACIÓN
LEYENDAS URBANAS
LEYENDA DEL NIÑO DE LA PELOTA
Se cuenta
que ubicado en Av. López Mateos del estado en Aguascalientes, México, hay un
edificio de oficinas, donde habitualmente algunos empleados salen un poco más
tarde de lo acostumbrado. En esa ocasión una chica había abordado el ascensor y
un hombre apresurándose a poca distancia le pidió que esperara por él.
Amablemente la chica se paró
entre las puertas para evitar que estas se cerraran. El hombre abordó, y
mientras se daban las buenas noches, notaron que el ascensor subía, mientras unos sonidos raros se escuchaban.

Desde entonces el niño juega
tranquilamente en el cuarto piso, quien se queda hasta tarde puede escuchar las
risas, los pasos, los golpes de la pelota contra el piso.
Otros sin tanta fortuna han visto
la pelota bajar por la escalera cuando al niño se le cae desde el piso de
arriba, esta tiene marcadas con quemaduras las pequeñas manos del niño… después
de esto la gente renuncia a su empleo, pues se sabe que detrás de una pelota…
siempre viene un niño… y no les gustaría toparse con el pequeño fallecido.
LA MECEDORA
Cierto día un
joven que no contaba con los recursos suficientes para comprarle una a su amada
abuela, tubo al suerte, de encontrarla a mitad del camino que recorría
diariamente desde su trabajo, con algo de daño, pensó en poder arreglarla y la
llevó a casa, la metió directo a su habitación, pues quería arreglarla primero
antes de darle la sorpresa a la abuela, pero por falta de tiempo, solo sirvió
para acumular ropa encima de ella.

Como el
de la cerradura, por más que intentó abrir, no le fue posible, viendo como la
ropa era desparramada por todo el piso, por alguien o algo que no podía ver, su
vista se fijó en la mecedora, que se movía cada vez más rápido, junto con un
fuerte sonido de un palo chocando contra el suelo, se replegó hacia la esquina,
desde la cual pudo ver, un viejecillo que sentado en la
mecedora, golpeando su bastón en el suelo, le reclamaba al
joven que la silla no le pertenecía, se levantó con toda la intensión de
partirle la cabeza con el bastón, pero con la mano arriba se desvaneció.
Se dejó entonces la silla de
mecer en un movimiento brusco y el muchacho no tuvo más que devolverla al lugar
donde la encontró.
Cuenta la leyenda que las
personas crean apegos por las cosas, que ni aun en la muerte dejan de ser su
propiedad, y mantienen cuidado de ellas, por toda la eternidad, mucho más, si
fue el sitio donde murieron.
FUENTE BIBLIOGRÁFICA:
https://mitosyleyendascr.com
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